Escribir para sanar

Herramientas, reflexiones, ejercicios, divagaciones e informaciones sobre el uso de la escritura creativa con fines terapueticos.

viernes, agosto 04, 2006

La descripción: un ejercicio sobre la particularización de los recuerdos

Existe una máxima que dice que la descripción, el detalle es la vida de la escritura.

No es lo mismo una mesa a una mesa redonda, ni una mancha a una mancha roja.

El cuidado que prestemos a estos detalles es la forma como nos internamos en el lenguaje, en nuestra propia experiencia y no en una mera referencia genérica a experiencias, personas o cosas.

Por eso, uno de los ejercicios que proponemos en Escribir para sanar es el siguiente: piensa en algún rincón de una de las casas donde has vivido durante tu vida. Trata de ver claramente ese espacio. Trata de recordar objetos con sus formas y colores. Sensaciones. Dedícate a esta visualización unos 3 minutos.

Después, llévalo a papel.

Mientras desarrollas el ejercicio y una vez que termines y releas el texto resultante, te darás cuenta de la carga emotiva que implica e incluso del poder liberador que tiene.

De esto se trata este camino, de ir conociendo las herramientas para utilizarlas cuando sientas necesidad de hacerlo.

A continuación te presento un ejemplo que escribí especialmente para el blog.

El cuarto de la alfombra

Era un apartamento en el centro de Caracas. Recordé, siempre he recordado el teléfono: 42-85-28, cuando los números telefónicos todavía tenían 6 cifras solamente.

Quiero hablar de un cuarto en específico, pero recordé el número de teléfono y el teléfono que estaba encima de una mesa con tope de vidrio. El vidrio un día se rompió por colocar mucho peso sobre ella y me corté. Una mancha de sangre, un rastro quedó sobre un cuaderno forrado con papel contact blanco. Costó limpiarlo.

El cuarto, entonces, estaba al fondo. Ahora caigo en cuenta que debía ser el cuarto principal, ya que tenía un baño dentro, sin embargo, era un cuarto de juegos, especialmente para mí. Mis padres dormía en una habitación diferente. Tenía una alfombra azul, muy gastada. Realmente era un espacio desaseado. Pero tenía la ventaja de que yo podía cerrar la puerta e imaginarme casi cualquier cosa.

La alfombra azul tenía machones muy viejos, era áspera al tacto, pero realmente importaba poco. El baño estaba en completo desuso y no recuerdo por qué. Simplemente no se utilizaba. Estaba lleno de polvo, y en ciertos lugares se había acumulado casi sólido, formando especies de terrones. Era como un apéndice indeseable.

Había un closet de madera, pero pocas cosas se guardaban allí. En una esquina tenía una ventana metálica, pintada de blanco. Daba hacia un estacionamiento privado en la parte posterior del edificio. Cuando los sucesos del 89 vimos a gente herida, a los Guardias Nacionales persiguiendo personas con las peinillas en la mano. Caminábamos de los otros cuartos hasta ese, de un lado a otro para ver gente con piezas enteras de carne, cajas de licor, televisores, en pleno saqueo. Nos cansábamos de tanto ir de un lado a otro.

Pero ese fue simplemente un paréntesis. Igual el cuarto era muy importante. En esos días compartía mi cuarto con mi hermana y este espacio de juegos, donde, repito, podía cerrar la puerta y dramatizar cualquier cosa que se me pasara por la mente, era un lugar mágico.

Estoy pensando que tal vez he pasado la vida buscando siempre lugares físicos o dentro de mí donde se pueda reproducir esa magia.



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