Escribir para sanar

Herramientas, reflexiones, ejercicios, divagaciones e informaciones sobre el uso de la escritura creativa con fines terapueticos.

martes, agosto 08, 2006

La observación específica: una forma de concentrarnos en el momento presente

Durante cada día tenemos muchas tareas rutinarias. De hecho, parece que cuanto más automáticamente podemos ejecutar determinada acción, más fluida nos parece y más preparados estamos entonces para continuar con nuestra jornada.

El problema es que, es cierto, mientras menos problematicemos nuestras acciones, menos tiempo invertiremos en ellas, pero el resultado último que de esto se desprende es que vivimos como zombies.

Sí, como zombies, sin voluntad. Nos levantamos, nos bañamos, comemos el desayuno, manejamos hasta el trabajo, nos sentamos y hacemos informes o calculamos prespuestos sin involucranos de manera alguna. Esto nos ubica en un estado de insensibilidad emocional que nos aleja de nuestros recursos interiores.

En esos casos, la observación específica es una herramienta útil.

¿En qué consiste? Simplemente en que tomemos algunas de las tareas más rutinarias de nuestro día y, mientras la realicemos, vayamos dándonos cuenta de cada detalle. Posteriormente lo llevamos al papel y lo releemos.

¿Qué ganamos con el ejercicio? Una ubicación firme, clara en el momento presente, sin perdernos en las expectativas del futuro ni en los recuerdos del pasado, simplemente somos durante esa acción y aprenderemos que, de esa manera, estamos realmente en control de nuestras acciones.

Acá va mi ejemplo.

El agua de la escritura.

Cada vez que estoy sentado frente a mi computadora, a mi lado, derecho o izquierdo, hay envases de 1,5 litros de agua.

Ya más una manía que verdadera sed, de cuando en cuando, como si fuera un marcador de compás musical, tomo el envase para tomar agua. Lo levanto sujetándolo más o menos en la mitad. Desenrrosco la tapa con la mano derecha, necesito, aproximadamente, 5 giros para hacerlo. Dejo la tapa sobre el escritorio de la computadora y coloco el envase en una inclinación en la cual pueda beber, succionando un poco yo, para tener el control.

Son uno o dos tragos. Los dos primeros simplemente dejan una sensación refrescante, el último es el que saboreo y lo conservo en la boca por unos segundos.

Como no responde a sed, simplemente termino de beber, coloco de nuevo la tapa. Aparte de las 5 vueltas, compruebo apretando dos veces más para asegurarme de que el envase está bien cerrado.

Lo coloco de nuevo a mi lado y continúo escribiendo.

Hasta el próximo trago.

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